Cualquier debate sobre un modelo de desarrollo en un territorio empieza con dos simples preguntas: ¿dónde estamos? y ¿a dónde nos gustaría llegar? En nuestro contexto actual de montaña europea, con la tendencia de innivación decreciente a largo plazo, en consonancia con las proyecciones climáticas que sugieren un aumento de las temperaturas y cambios en los patrones de precipitación en los Pirineos (OPCC, Observatorio Pirenaico del Cambio Climático), la proyección de unos Pirineos centrados en la nieve con un sistema de desarrollo económico poco diversificado no es alentador para ningún habitante de la región. Pero, ¿cuáles son las opciones? Desde el gobierno autonómico realmente solo nos han presentado una, la centrada en el turismo de masas para urbanitas que utilizan los Pirineos como lugar de ocio intensivo. Esta opción centra el desarrollo en la presencia de una nieve cada vez menos frecuente, y donde muy indirectamente los habitantes de la región se ven “favorecidos” con trabajos temporales poco cualificados y escasamente remunerados. Sin embargo, no solo del turismo de nieve y ocio se puede vivir en la montaña. Precisamente, los Alpes son también un buen ejemplo donde otras actividades económicas han sido muy positivas para el desarrollo local y la conservación del medio natural. Por ejemplo, la iniciativa de “Aldeas de Montaña” (Bergsteigerdörfer) en la región del Tirol (Austria) es un caso emblemático. Este proyecto se centra en el turismo sostenible y responsable preservando el carácter natural y cultural de las aldeas alpinas, promoviendo prácticas que no sobrecarguen el medio ambiente y manteniendo los valores culturales del entorno local de la montaña. Las “Aldeas de Montaña” ofrecen actividades como senderismo, escalada y esquí de travesía, pero con un enfoque en la sostenibilidad y minimizando el impacto en el entorno natural (Österreichischer Alpenverein, 2021). La iniciativa está, desde su inicio, alineada con el uso tradicional de la ganadería de montaña, lo cual permite a las comunidades locales continuar con sus prácticas agroganaderas sostenibles, manteniendo el equilibrio ecológico y cultural del área. El resultado ha sido un aumento en el turismo de calidad que valora la experiencia natural y cultural por encima del turismo masivo. Esto ha llevado a una mayor prosperidad económica a largo plazo para las comunidades locales, que se benefician de un flujo constante de visitantes durante todo el año y no solo en temporadas concretas.
Artículo completo…